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la imagen: http://julibe.com
De la convergencia entre los aportes de las investigaciones
relacionadas con el cerebro, realizadas por la neurociencia, y el interés de
los pedagogos por propiciar y estimular al máximo el aprendizaje, surge el
término de “neuroaprendizaje” o “aprendizaje basado en el cerebro”. El interés
principal de esta disciplina es la interacción entre el conocimiento del
cerebro y el aprendizaje en el aula.
El cerebro activo consume aproximadamente el 20 por ciento de
la energía del cuerpo humano para su funcionamiento. Es por ello que, cuando no
recibe estímulos que lo inciten a trabajar y activar su funcionamiento neuronal,
lo reduce al mínimo: funciones motoras, regulación de la temperatura, la respiración,
etcétera.
El neuroaprendizaje se apuesta por la formulación de metodologías
de clase que mantengan el cerebro estimulado la mayor parte del tiempo. Un
cerebro activo, que se siente desafiado y estimulado, es la materia prima de
cualquier aprendizaje significativo.
Por ejemplo, realizar actividades que promuevan la actividad
física, o respuestas motoras, además de la simple atención y reflexión, es
adecuado para un aprendizaje significativo. Estas actividades podrían ir desde
dinámicas grupales hasta la realización de actividades motrices simultáneas
mientras se está en clase.
Otra metodología efectiva es priorizar la comprensión de un
tema concreto, antes que la cobertura de un conjunto de contenidos medianamente
comprendidos. Es preferible profundizar y entender hasta un nivel metacognitivo
(es decir, que el estudiante comprenda cómo aprende) un tema determinado, que
abarcar un listado de contenidos mínimos en un curso.
Las últimas dos décadas han sido de significativos avances
en el campo de las neurociencias. Tanto que hay personas, como la filósofa PatriciaChurchland, que consideran posible la reducción de la psicología a esta
otra disciplina del conocimiento. Las investigaciones han hecho valiosos
aportes sobre el tejido neuronal y el sistema nervioso. Las polémicas en torno
a estos avances han sido de carácter ético. Sin embargo, independientemente de
las polémicas, es posible encontrar los elementos positivos que las neurociencias
aportan al ámbito educativo y aprovecharlos para fijar aprendizajes
significativos.
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