Las bibliotecas no han sido la excepción del conjunto de
cambios ocasionados a raíz del desarrollo de Internet. El paradigma de la
biblioteca como un lugar que alberga en sus estantes el conjunto más completo
de herramientas necesarias para la investigación y para la formación académica
ha sido ampliado. Y si bien esta función es habitual, está enmarcada dentro de
un objetivo mayor: la de propiciar el intercambio y la transmisión del
conocimiento. Sin importar si este intercambio se da a través de libros,
películas, revistas, bases de datos en línea, conciertos, conversatorios, entre
otros. Según Hannelore Vogt, directora de la Biblioteca
Municipal de Colonia (Alemania), el debate y la crisis que enfrentaron las
bibliotecas con la aparición del libro digital pierde sentido, si la función se
observa a este nivel.
Para poder cumplir con este objetivo, las bibliotecas
también deben cambiar algunos paradigmas y adaptarse a nuevas formas de
aprender que han surgido junto con el desarrollo de la pedagogía. Por ejemplo,
de pasar a ser espacios silenciosos, muchas bibliotecas habilitan mesas de
grupo para poder entablar discusiones, aisladas de los espacios de trabajo
individuales. También, en algunos casos, se promueven actividades que rompen
con la rutina normal de estudio y de trabajo: presentaciones de libros, ciclos de
cine o de ópera, entre otros. Estos eventos posicionan a las bibliotecas como
verdaderos centros culturales, sin perder de vista que una biblioteca no debe
de dejar de ser nunca un centro de aprendizaje.
Muchos directores de bibliotecas de centros educativos se
quejan de la poca cantidad de recursos que son destinados para ampliar el
catálogo de las instituciones que dirigen. Si tenemos en consideración la
función esencial de las bibliotecas, un catálogo limitado no debería de limitar
el alcance de la institución ni su relevancia. Los recursos electrónicos y la
generación de espacios de diálogo son una buena alternativa para dinamizar y
darle vitalidad a estos espacios.
Si bien es cierto que las bibliotecas han estado siempre
llenas de vida, con estas actividades resultan mucho más atractivas para las generaciones
jóvenes. En Guatemala, algunas bibliotecas ya comenzaron a implementar
programas de clubes de lectura o ciclos de cine, y los resultados han incidido
de forma positiva en los usuarios. La directora de la Biblioteca Nacional está
tratando de promover la institución como un espacio disponible para presentar
libros o hacer lecturas de poesía, y estos modelos pueden ser replicados en
instituciones más pequeñas.
Revisitemos nuestras bibliotecas. No dejemos que se pierda
la función social que siempre han tenido.
Imagen: Biblioteca Municipal de Ámsterdam, de la cual puedes ver un video en este enlace.
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